Mi pequeña cruz en esta Semana Santa no eres tú. No lo has sido ni por un momento, ni lo serás. Pero sí tiene que ver contigo, es el dolor de hacerte sufrir sin querer, porque a veces olvido que has estado enfermo (porque no quiero pensar que lo sigas estando o que puedas volver a estarlo).
Me apena no poder besarte bien, porque tú no quieres . Ya había notado que me torcías el rostro levemente, al principio lo achaqué a una precaución por no querer coger ningún virus que complicase algo tu estado. Pero ayer me dijiste que ya no te gustaban los besos.
Porque tus labios ya no son los mismos. Porque tu lado dormido los rechaza. Porque el roce que apenas sientes te electriza, pero no de pasión sino de miedo, un miedo que me confiesas que inexplicablemente te lleva a pensar en el dolor.
Porque tus labios ya no son los mismos. Porque tu lado dormido los rechaza. Porque el roce que apenas sientes te electriza, pero no de pasión sino de miedo, un miedo que me confiesas que inexplicablemente te lleva a pensar en el dolor.
Mi pequeña cruz es no poder besarte ya como antes y sentir que aunque puedo vivir sin ello... lo echo de menos.